Don Luís Fernández de Córdova, descendiente del Gran Capitán, compra en 1530 la casa que perteneció a la familia Bazán.
Desde su compra y hasta 1592 será remodelada, ocupándola don Luís y Francisca de Córdova, y será la casa de los Córdova en Granada.
Cuesta del Chapiz, 4.
La esquina derecha de la fachada tiene una columna rematada con un capitel de mocárabes, que sostiene una figura fantástica con forma de dragón o sierpe (serpiente) tan propia del Renacimiento. La calle donde estaba la casa, terminó por llamarse “Sierpe Alta” ya que en Granada ya existía otra calle con el nombre de sierpe “Sierpe Baja”, aunque su nombre era "Plaza de las Descalzas".
Jardines "del palacio de las Columnas"
Volviendo a la primera casa de los Córdova, se sabe que en 1890, la escalera principal se derriba y en 1911 parte de la construcción se pierde, sirviendo de almacén de madera y de carpintería.
Luego es adquirida por el empresario Ricardo Martín Flores en 1919, que la destruye para levantar en su solar el Teatro Gran Capitán, que después seria el primer edificio de Correos, hasta su traslado a su actual emplazamiento en Puerta Real hacia 1948.
En lo que fue el antiguo correos se edifica la sede del Banco Santander, cometiéndose uno de los mayores atentados estéticos de la ciudad. Que no se pudo arreglar ni con el traslado de la estatua de Isabel la Católica y Colón, monumento del italiano Mariano Benlliure realizado en 1892 y que anteriormente estuvo en el Paseo del Salón.
Antes de que el palacete se convirtiera en teatro, las piezas más destacadas del edificio se consiguen trasladar a una casa de recreo en el camino de Pulianas (Villa Maria) donde permanecerán algunos años.
Andando el tiempo varios políticos de Granada consiguen una entrevistan con el Duque de Montellano, Felipe Falcó Fernández de Córdova en 1963, que ha heredado de su madre el titulo de los Córdova. El duque, accede a comprar el patrimonio que resta del palacio, y levantarlo de nuevo en una hermosa finca a los pies de la Alhambra junto al Río Darro. En 1965 el arquitecto malagueño Álvarez de Toledo, con los minuciosos planos que guardaba Manuel Gómez Moreno, reconstruye el viejo palacio, incorporándole la portada de 1592, las armaduras y alfanjes del siglo XVI, los pilares y puertas renacentistas, y todo cuanto se había guardado del mismo y que era original de la época.
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