El carmen tiene tres patios y lo adquiere Moreau cuando se
asienta en Granada, tenía por nombre, el de los Geranios, en el barrio
granadino del Albaicín. Aquí, entre los muros de su nueva vivienda, rodeado de
plantas, flores y agua, pinta a sus nuevos amigos granadinos, hasta el 7 de
Septiembre de 1.992 que fallece.
Quienes le conocieron describen al pintor como un hombre bueno, afable y cariñoso, bromista a veces, con un sentido del humor muy latino, para el que la amistad y la gratitud eran las dos cualidades que hacían del alma humana, un alma noble.
Max Moreau parecía estar fuera de su tiempo al ser pintor figurativo, virtuoso del dibujo y del color en un momento de cubismos, expresionismos y abstracciones que dejaba arrinconados a los que imitaban la realidad. Se había formado con su padre, el pintor Henry Moreau, siguiendo los ejemplos de los pintores belgas del Renacimiento y siendo un admirador profundo de Velázquez.
Ha sido Max Moreau objeto de numerosos premios y reconocimientos: Médaille de vermil de l'association Royale des Artistes Professionnels de Belgique, Médaille d'or du Conseil Européen d'Art et d'Esthetique ASBL y Fundation Deglumes entre otros.
Ha retratado a un gran número de personalidades de las que conforman la Historia de nuestro siglo y ha demostrado su sensibilidad artística en otros campos: su música ha sido interpretada por importantes orquestas en Bélgica, Portugal, Francia, Luxemburgo. Su ballet El Lobo y el cordero fue llevado a escena en Bezanco y Rennes; cuenta asimismo entre su producción con un libro de poesía; El Boticario lírico, escrito e ilustrado por el propio Moreau en 1.935 y editado con motivo de la Exposición Universal de Bruselas.
Una nueva etapa de su vida viene marcada por el atractivo
que siente hacia Oriente. Lo pintoresco de los paisajes contemplados en
fotografías y cuadros de colegas, las posibilidades pictóricas imaginadas y el
deslumbramiento de lo exótico decide a Moreau a viajar, en 1.929 a Túnez. Fue
un verdadero descubrimiento para el artista que, admirado ante las realidades
del país, viaja hasta en cinco ocasiones durante los siguientes diez años. Allí
se relaciona con un grupo de intelectuales con quienes estrenó una tragicomedia
titulada Tutus. A la par expone en Bruselas, Anvers, Charleroi, Arlon y
Luxemburgo, en donde tiene la ocasión de dirigir la Gran Orquesta de la Radio
interpretando sus propias composiciones.
Se traslada al mediodía francés durante la II Guerra
Mundial, época en la que continúa haciendo innumerables retratos. En 1.946 se
traslada a Niza, breve estancia previa a un nuevo viaje a Africa, donde
persiste en sus afanes retratistas.
Marraquech resulta un verdadero foco de sensaciones para el
pintor.
Retratista, pintor de paisajes y bodegones, de flores y frutas como lo hicieran Zurbarán o Sánchez Coello; viajero a los pintorescos mercados de Túnez y Marruecos o a los puertos de Marsella y Lisboa. Recoge en sus lienzos a los humildes vendedores callejeros de Marrakech, los pescadores de Nazaré o a los gitanos del Sacromonte. Sus docenas de exposiciones lo hicieron conocido en Bruselas, París, Nueva York, Madrid y en nuestro Centro Artístico.
Las tiendas de souveniers, el sol deslumbrante, los olores, la belleza humana contenida en la plaza de Djemea-el-Fra, lo sorpresivo, lo fantástico...para Moreau constituye un tesoro para los sentidos de valor inapreciable. Allí retrata a numerosas personalidades con las que entabló amistad.
De nuevo vuelve a París para inmediatamente viajar a las
Bahamas, islas en las que retrata a los principales miembros de la colonia
inglesa. Regresó a Francia y la fiebre viajera se acentúa: América del Norte,
Vichy y Portugal (Lisboa y Nazaré), en donde realiza una serie de cuadros de
pescadores que le suministran temas muy variados y que fueron apreciados en
Francia, Bélgica y España.
Por eso se convirtió en el retratista oficial de la media y alta sociedad granadina, con unos niveles de venta realmente asombrosos. Tener un retrato de Max Moreau en el salón principal de la casa parecía ya un símbolo externo de riqueza y distinción. Sabemos que desde siempre la Corte, la nobleza, la burguesía y el alto clero han sido los principales clientes.
Este tipo de pintura realista de parecidos casi fotográficos siempre ha tenido bastante aceptación y una enorme clientela, sobre todo si en el retrato se consigue plasmar tanto la fidelidad de los rasgos físicos como los sicológicos; y Max Moreau lo conseguía con enorme habilidad, a pesar de la temblorosa movilidad de sus pinceles en los últimos años de su vida debido a una inoportuna enfermedad. Resultaba curioso y hasta enigmático verlo temblar a la hora de elegir el color en su paleta, pero luego fijar el trazo de manera firme y segura en el lienzo sin el menor titubeo.
El que a veces los artistas no tengan descendencia directa, resulta triste porque nadie reivindica su memoria. Y no sería justo que pasara desapercibido este pintor belga, nacido cerca de Bruselas, pero afincado en Granada durante 24 años; ciudad que le nombró Hijo Adoptivo en 1996 y a la que regaló su Carmen de los Geranios en el Albaicín, convertido en Casa Museo desde 1998.
Otros con muchos menos méritos tienen en Granada sus nombres en el callejero, gracias a la lata que dieron sus descendientes en los negociados pertinentes.
A finales del año 1996 y comienzos del año 1997, el Ayuntamiento de Granada junto con el Centro Cultural "La General" llevaron a cabo una exposición homenaje a Max Moreau, de esta exposición se elaboró un catálogo en el que se muestra parte de la obra del genial pintor.
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